miércoles, 11 de junio de 2014

Maquiavelo

Maquiavelo




Dios

A Maquiavelo le interesa la religión como fenómeno sociológico que debe ser tenido en cuenta si se desea conservar y perfeccionar el estado.

Rechaza el cristianismo a medida que es una religión completamente espiritual .

Se lo conoce como el autor de los gobiernos absolutistas, autoritarios e incluso despóticos

Hombre

El político ha de ser una persona hábil, capaz de manipular situaciones valiéndose de cualquier medio; ha de poseer destreza, y una equilibrada combinación de fuerza y tesón, además de intuición para sortear los obstáculos que se le presente y una carencia total de escrúpulos

Para él el hombre es por naturaleza perverso y egoísta, sólo preocupado por su seguridad y por aumentar su poder sobre los demás; sólo un estado fuerte, gobernado por un príncipe astuto y sin escrúpulos morales, puede garantizar un orden social justo que frene la violencia humana.

Sus ideas políticas estaban impregnadas de sentido práctico y una visión realista de gobierno.

Conocimiento

Se interesó fundamentalmente por presentar la mecánica del gobierno, prescindiendo de las cuestiones morales, y formulando los medios por los cuales el poder político puede ser establecido y mantenido. En la medida en que el fin del Estado es garantizar la seguridad y el bienestar, el gobernante tiene derecho a valerse de medios inmorales para la consolidación y conservación del poder.

Maquiavelo quiere la República, pero vio la corrupción imperante en Florencia, y a partir de allí entiende que en el mundo se están armando estados nacionales y ve la necesidad de que el territorio del Príncipe no sea diezmado como “país”; observa, basado en sus experiencias políticas y personales, la necesidad de armar un estado nacional fuerte y duro; es decir, da entidad a una ambición política con potencialidad transformadora.

El mito de la “inmoralidad” de Maquiavelo, su exaltación de la falta de escrúpulos, la transformación de su apellido en adjetivo (“maquiavélico”), y falsa cita de su nunca pronunciada frase (la ya citada “el fin justifica los medios”),

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